miércoles, 20 de octubre de 2010

Biografía Wilfrido Lam

Wilfrido Lam nació en la aldea cubana de Sagua la Grande. Era hijo de Lam Yam, un escribano chino afincado en la isla caribeña, y de Ana Serafina Castilla, mulata por cuyas venas corría también sangre india. Además del anciano padre (que cuando nace Lam cuenta ochenta y cuatro años), un curioso personaje ejercerá una poderosa influencia en la infancia del pintor. Se trata de su madrina, Mantonica Wilson, una curandera y sacerdotisa de la santería. Contradiciendo los deseos de su padre y la de la madrina, (que auguraba para él un brillante futuro como hechicero), el joven es enviado a La Habana a estudiar Derecho y, al mismo tiempo, desarrollará sus inclinaciones artísticas en la Academia de San Alejandro. Poco interesado en las leyes, Lam se concentra en la pintura y, aunque soporta con cierta resignación el rancio academicismo dominante, prefiere dibujar la frondosa vegetación del jardín botánico a los motivos clásicos que sus maestros le imponen. 

El limitado horizontal cultural de la capital cubana pronto despierta en Lam el deseo de viajar a Europa, y en 1923, con veintiún años, se embarca hacia España; gracias a una beca del Ayuntamiento de Sagua la Grande. En sus visitas a El Prado, sus preferencias se inclinan por la obra de pintores como El Bosco, Brueghel o Goya. La afinidad lingüística y los lazos afectivos hacen que lo que en un principio no debía ser más que una etapa de su viaje hacia París, se convierta en una estancia de de catorce años. De esta época es una serie de dibujos de gentes del campo, de factura convencional, en los que el pintor muestra ya su interés por cuestiones sociales. Poco a poco, su pintura va asumiendo un lenguaje moderno, que combina una estructura geometrizante con cierta vena surrealista. En 1929 se casa con su primera mujer, Eva Píriz, y al año siguiente nace su hijo Wilfrido; ambos morirán en 1931 a causa de la tuberculosis. Su compromiso con el país que le acoge, le lleva a defender la causa republicana, tras el estallido de la Guerra Civil.

Luego viaja a París, donde hace buena amistad con Picasso. Su relación personal con el artista malagueño será intensa: desde que, en 1938, ambos se conocen en París. Recién instalado Lam en la ciudad, la sintonía afectiva se ve reforzada por el mutuo respeto ante sus trabajos. De nuevo la guerra irrumpe bruscamente en la vida de Lam. El color de su piel y su condición de luchador antifascista, le hacen temer por su integridad. Se va a Marsella para embarcarse. Tras unos mese en Marsella y ante el hostigamiento de las autoridades de Vichy, Lam se embarca, con destino a La Martinica. Lam llega a Cuba en 1941; el viaje había durado siete meses. Paradójicamente, el reencuentro con su país es muy amargo: al sentimiento de desarraigo que le provocan los diecisiete años de ausencia se une la indignación por las lamentables condiciones en que se desarrolla la vida de sus gentes, especialmente la de sus hermanos de raza. Este sentimiento le lleva a superar la postración inicial y a iniciar una actividad artística basada en las raíces de un pueblo que, en opinión de Lam, debía recuperar su dignidad. De esta forma, los referentes autóctonos se funden con el lenguaje formal aprendido en Europa, para producir obras tan importantes como “La Jungla” (1942-1943), donde aparecen ya los personajes del panteón yoruba que poblarán gran parte de su producción posterior.

En la segunda mitad de la década de los cuarenta, Lam alterna su residencia entre Cuba, Nueva York y París; ciudad esta última en la que se instala en 1952. El alejamiento de su país no le impide implicarse en los acontecimientos políticos que allí se suceden: apoya los movimientos de oposición al régimen de Batista y recibe con entusiasmo la caída del dictador y el triunfo de la revolución en 1959. Lam, que en ningún momento deja de pintar, goza ya de un reconocimiento internacional. Desde 1964 pasa largas temporadas en Albisola Mare; en este pueblecito italaiano, cercano a Génova, el artista danés Asger Jorn, creador del grupo COBRA, le inicia en la cerámica. Sin embargo, Lam no perdió el contacto con París, donde fallece en 1982; año en el que se muestra una importante retrospectiva de su obra.

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